Por Sandra Borrero Ortiz
Marketing Coordinator
En el Colegio Rochester, creemos que cada estudiante tiene un talento único que puede
brillar tanto dentro como fuera del aula. Hoy queremos destacar la extraordinaria historia de
Manuela Santamaría, una estudiante jinete que ha llevado su pasión por la equitación a
niveles inspiradores, demostrando que los sueños se alcanzan con esfuerzo, valentía y el
apoyo incondicional de su familia y de una comunidad que cree en ella.
Manuela, con su dedicación inquebrantable, nos comparte uno de los momentos más
emocionantes de su carrera. “En Medellín, debía hacer cero faltas para llegar a la final en
una prueba de velocidad. Era la última jinete en entrar a la pista y mi objetivo era superar el
tiempo de otra competidora. Los nervios y la ansiedad eran intensos, pero aprendí a
controlarlos y a confiar en mí misma”, recuerda. Su determinación y capacidad para
mantenerse firme bajo presión son el reflejo de una deportista íntegra, pero también de una
persona resiliente que vive los valores que promovemos en el Rochester.
La equitación, más que un deporte, se ha convertido en una escuela de vida para Manuela.
Entrenar entre cuatro y cinco veces a la semana no es solo un acto de disciplina, sino una
muestra de su amor y conexión con su caballo. “Hacer clic con mi caballo ha sido clave.
Aprendemos juntos y eso me motiva a ser mejor cada día”, explica con ternura. Este
vínculo, basado en el respeto y la paciencia, se extiende a su vida académica y personal,
donde ha desarrollado una madurez admirable para equilibrar sus estudios y su pasión
deportiva.
El apoyo del Colegio Rochester ha sido una pieza fundamental en su éxito. Desde la
flexibilidad para ajustar horarios de entrenamiento hasta el acompañamiento de profesores
que la ayudan a ponerse al día con sus tareas, Manuela siente que ha encontrado un lugar
que entiende y celebra su esfuerzo. “Más allá de los permisos, el colegio siempre me ha
motivado a seguir adelante, reconociendo mis logros y ayudándome a mantener el equilibrio entre mi deporte y mis estudios”, comparte con gratitud.
Para Manuela, la equitación también ha sido una guía para su carácter. “Este deporte me ha
enseñado a aceptar que no siempre se gana, pero si te caes, debes levantarte, sacudirte y
seguir adelante. Nunca debemos renunciar a nuestras metas, sin importar lo difícil que
parezca”, dice con una convicción que inspira. Su historia es una muestra de cómo las
derrotas pueden convertirse en lecciones y las victorias en humildad y gratitud.
Su familia, es su pilar fundamental en su camino, comparten el orgullo y la emoción de este
logro. “Ver a Manu cumplir sus metas ha sido una experiencia inolvidable. Decidimos
apoyarla desde el primer momento, ajustando nuestra logística familiar, acompañándola en
cada competencia y recordándole siempre que creemos en ella”, cuenta su mamá con gran
orgullo y emoción. Para ellos, más allá de las medallas, el mayor logro ha sido ver cómo
Manuela se ha transformado en una joven más responsable, amorosa y enfocada. “Lo
vemos en cómo cuida a su caballo, cómo dedica tiempo a sus entrenamientos y cómo
enfrenta los retos con valentía”.
Como familia Rochester, este logro no solo nos llena de orgullo, sino que refuerza nuestro
compromiso de formar estudiantes integrales, que cultiven valores y habilidades para la
vida. Manuela es un ejemplo vivo de cómo el esfuerzo, la pasión y el acompañamiento
adecuado pueden transformar los sueños en realidades.
Para quienes tienen metas dentro o fuera del deporte, Manuela tiene un mensaje especial:
“Nunca se rindan. Los sueños no se logran de la noche a la mañana, pero si amas lo que
haces, sigue adelante sin importar los obstáculos”.
Desde el Colegio Rochester, celebramos con orgullo la historia de Manuela Santamaría,
una joven que nos enseña que los límites existen solo para ser superados y su familia.
Gracias, Manuela, por recordarnos que los valores, la pasión y la perseverancia son el
verdadero motor de los grandes logros.
¡Felicitaciones por este salto hacia el éxito que inspira a toda nuestra comunidad!
Rochester School's all-around spirit shines through in every jump: Manuela
Santamaria's story in equestrianism.
By Sandra Borrero Ortiz
Marketing Coordinator At Rochester School, we believe that every student has a unique talent that can shine both
inside and outside the classroom. Today we want to highlight the extraordinary story of
Manuela Santamaria, a student rider who has taken her passion for riding to inspiring levels,
proving that dreams are achieved with hard work, courage and the unconditional support of
her family and a community that believes in her.
Manuela, with her unwavering dedication, shares with us one of the most exciting moments
of her career. “In Medellin, I had to make zero faults to make it to the final in a speed test. I
was the last rider to enter the arena and my goal was to beat another competitor's time. Thenerves and anxiety were intense, but I learned to control them and to trust myself,” she recalls. Her determination and ability to hold her own under pressure are a reflection of an athlete of integrity, but also of a resilient person who lives the values we promote at
Rochester.
Riding, more than a sport, has become a school of life for Manuela. Training four to five
times a week is not only an act of discipline, but a sign of her love and connection with her
horse. “Clicking with my horse has been key. We learn together and that motivates me to be
better every day,” she explains tenderly. This bond, based on respect and patience, extends
to her academic and personal life, where she has developed admirable maturity in balancing
her studies and her sporting passion.
The support of Rochester College has been a critical piece in her success. From the
flexibility to adjust training schedules to the accompaniment of teachers who help her catch
up on her homework, Manuela feels she has found a place that understands and celebrates
her efforts. “Beyond the permissions, the school has always motivated me to keep going,
recognizing my achievements and helping me maintain a balance between my sport and my
studies,” she shares with gratitude.
For Manuela, riding has also been a guide for her character. “This sport has taught me to
accept that you don't always win, but if you fall, you have to get up, shake it off and keep going. We should never give up on our goals, no matter how hard it may seem,” she says with a conviction that inspires. Her story is an example of how defeats can become lessons and victories can become humility and gratitude.
His family, his fundamental pillar in his journey, share the pride and excitement of this
achievement. “Seeing Manu accomplish her goals has been an unforgettable experience.
We decided to support her from the first moment, adjusting our family logistics,
accompanying her in every competition and always reminding her that we believe in her,”
her mother says with great pride and emotion. For them, beyond the medals, the greatest
achievement has been to see how Manuela has transformed into a more responsible, loving
and focused young woman. “We see it in how she takes care of her horse, how she
dedicates time to her training and how she faces challenges with courage.”
As a Rochester family, this achievement not only fills us with pride, but reinforces our
commitment to raising well-rounded students who cultivate values and life skills. Manuela is
a living example of how effort, passion and the right support can transform dreams into
reality. For those who have goals inside or outside of sports, Manuela has a special
message: “Never give up. Dreams are not achieved overnight, but if you love what you do,
keep going no matter the obstacles.”
From Rochester School, we proudly celebrate the story of Manuela Santamaría, a young
woman who teaches us that limits exist only to be overcome and her family. Thank you,
Manuela, for reminding us that values, passion and perseverance are the true engine of
great achievements.
Congratulations on this leap towards success that inspires our entire
community!
Comments